Se
piensa a menudo que las personas con altas capacidades intelectuales (AACCII,
en adelante) (superdotados, talentosos, prodigios, precoces y genios) tienen
facilidad para destacar en el mundo profesional y que por ende, al ser más
inteligentes, acaban autorrealizándose. Pero la realidad no siempre es así.
Entre
diversos factores, una identificación temprana mediante el test de cociente intelectual (CI, en adelante), una
estimulación adecuada y una orientación vocacional (en los casos donde la
capacidad se manifiesta más [no olvidemos que un tercio de las personas con
estas capacidades, al no identificarse a tiempo, no se desarrollan para nada y
tienen problemas para ser felices]) no siempre son suficientes para triunfar
profesionalmente.
Estudios
recientes indican que tener una buena memoria de trabajo (MT, en adelante) (la
habilidad para procesar y recordar información necesaria para el razonamiento,
la comprensión y el aprendizaje), es un indicador de éxito a largo plazo y
tiene mayor valor predictivo (como inteligencia pura) que el propio CI, aunque no lo sustituya. Según estos
investigadores, tener un alto CI no implica necesariamente tener una alta MT. Han demostrado que, a largo plazo, los estudiantes con AACCII y alta MT
lograron alcanzar el éxito en sus carreras; y aquellos con AACCII y una MT más
baja, desempeñaron trabajos mediocres (T. Alloway y R. Alloway, 2013a).
Otra
de las ventajas de la MT, según los mismos autores, es que no depende del
contexto socioeconómico, como ocurre con el CI. Es decir, en las zonas
acomodadas se dan más casos de personas con un CI más elevado que en un barrio
obrero (los niños de padres ricos tienen mayor facilidad de acceder al
conocimiento y buenos ejemplos de estímulo intelectual que una familia dónde el
padre es peón de albañil y la madre no ha estudiado la secundaria; por no
hablar de las familias desestructuradas) (T. Alloway y R. Alloway, 2013b).
Pero
yo, como escéptico que soy, no me conformé con estos datos y decidí
documentarme con otras fuentes. Para empezar, T. Alloway y R. Alloway (2013a) afirman
que el CI recoge el «qué sabemos» y las MT «la capacidad de manejar lo que
sabemos». Dicho de otra forma, afirman que el CI recoge conocimientos (lo que en psicología se conoce «inteligencia cristalizada»); pero en los tests de
CI más fiables, como por ejemplo el WISC IV o el WAIS IV, se tienen en cuenta,
además de la inteligencia cristalizada, la «inteligencia fluida» (con preguntas
relacionadas con la destreza mental, problemas independientes del conocimiento
que se tenga y la cultura).
La MT permite manejar los datos del problema para llegar a la solución. Si no se
diese una buena MT en los procesos de codificación, almacenamiento y
recuperación, las AACCII no serían alcanzables. Ejercitar la MT ayuda además
para aumentar el CI (García-Román, comunicación personal, 23 de febrero de
2014).
Para
ahondar más en la cuestión, se puede recurrir a la neurociencia. Según T. Alloway
y R. Alloway (2013a), las personas con una alta MT (como un malabarista que maneja
un mayor número de pelotas que los demás manteniendo la concentración) tienen
sus neuronas con una mayor mielinización (capa que protege y repara la neurona
y que permite que esta procese la información de forma más rápida y eficiente).
Este rasgo se da también en las personas con AACCII, de ahí a que tengan una
mayor capacidad de procesamiento neuronal. Estas personas tienen un cerebro más
fuerte y longevo y con mayor resistencia a las demencias y el alzheimer (¡qué
suerte!).
Entonces
¿MT y AACCII van siempre juntos? Todo indica que no hay unanimidad al respecto,
pero no se está mal encaminado si se afirma que sí (en mi opinión). Tener un
cerebro bien cableado y mielinizado, como ocurre en las AACCII, junto la
capacidad de resolver problemas complejos ayuda a que estos «malabaristas»
jueguen con más de cinco pelotas, mientras el resto de los mortales nos tenemos
que conformar con menos.
Referencias
bibliográficas:
Alloway, T. y Alloway, R. (2013a). The
Working Memory Advantage. Train Your
Brain to Function Stronger, Smarter, Faster. Nueva York: Simon &
Schuster.
Alloway, T. y Alloway, R. (2013b). Home sweet home: Does
where you live matter to working memory and other cognitive skills? Journal of Experimental Child Psychology, 124, 124-131.
Imagen: Jorge Lucas
Pérez ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario